Comercio Exterior
SOBRE BUBUJAS, FUGAS DE CAPITALES Y COMERCIO EXTERIOR
Por el Lic. Aldo Abram
A fines de 2008, los pronósticos de fuertes caídas de las exportaciones durante el presente año llevaron a la gran mayoría de los economistas a predecir que el superávit comercial se contraería. Sin embargo, aunque las ventas externas mermaron fuertemente, como era esperable, el resultado positivo de la balanza de comercio exterior se amplió. ¿Por qué?
Muy sencillo, la crisis internacional, pero particularmente la confiscación de los ahorros para la vejez de los afiliados al Sistema de Capitalización, llevaron a los argentinos a incrementar fuertemente la fuga de capitales. Muchos creen que esto se produce cuando un señor rico, con un maletín lleno de dólares, toma un avión a Suiza. En realidad, es más que eso. Es cuando todos los argentinos, asustados por las malas perspectivas futuras del país, empezamos a ahorrar (es decir, dejamos de consumir e invertir), sacamos nuestros pesos del banco (desfinanciando la economía) y con todos esos recursos compramos divisas que guardamos abajo del colchón o al fondo del placard o de la caja de seguridad. Por lo tanto, la demanda interna se cae y con ella la producción local. La baja del gasto doméstico hace que las importaciones se depriman y, de esa forma, se generan las divisas que, por otro lado, la gente está demandando para cubrirse del aumento del riesgo del país. Para entenderlo mejor, veamos otro ejemplo. Supongamos que una persona gana $ 2.000 por mes y se gasta todo. Este individuo tendrá equilibrio en su balance comercial. Pues bien, de golpe empieza tener incertidumbre sobre el futuro económico y sobre su estabilidad laboral. Entonces, hablará con su pareja y, seguramente, acordarán ahorrar algo, digamos $200, para contar con algún recurso ante una eventual pérdida de ingresos. A partir de allí, consumirán $ 1.800 y tendrán un superávit de $ 200. A los pocos meses, llega el trabajador a su empresa y el jefe le avisa que, dado lo malo de las ventas, le tendrán que bajar su sueldo a $1.700. Cuando regrese a su hogar, le confirmará a su cónyuge que la situación va mal y que son pésimas las perspectivas; por lo que, lo más seguro, es que decidan aumentar su ahorro, supongamos a $ 300. Esto implicará que, con “exportaciones” que serán 15% más bajas, este matrimonio aumentará en 50% su superávit para lo que bajará a $ 1.400 sus importaciones, 30% menos que al inicio de esta historia. Esto es, en definitiva, lo mismo que le ocurrió a la Argentina. Hay varias noticias buenas al respecto. Una es que la fuga de capitales que se incrementó hasta las elecciones legislativas del 28 de junio, se redujo hasta revertirse. La mejora del ánimo de los mercados mundiales desde fines de marzo, que redujo la incertidumbre internacional, y la disminución de la percepción de riesgo político, por el resultado de los comicios, ha incentivado una merma del ahorro en activos externos. Por lo tanto, esto se transformará en mayor demanda interna y, por ende, permitirá algún aumento de las importaciones y una tendencia descendente del superávit comercial. De todas formas, para todo 2009, este último resultará mayor al de 2008.
Por otro lado, también, los precios de nuestras exportaciones tienden a incrementarse debido a que los inversores internacionales están deshaciéndose de la liquidez en moneda dura con la que se habían cubierto de la crisis y están adquiriendo crecientes cantidades de activos financieros. Sin embargo, por otro lado, los bancos centrales de los países desarrollados, particularmente la Reserva Federal, no están retirando los excedentes monetarios que gestaron para moderar la profundización de la recesión. Esto implica que empiezan a sobrar divisas, especialmente dólares, lo que hace que se deprecien. Dado que esta última es el “metro” del comercio internacional, al achicarse, termina haciendo crecer todo lo que con ella se mide; lo que, usualmente, llamamos inflación. Por otro lado, la recuperación del nivel de actividad mundial es un hecho; por lo que, también, las cantidades demandadas se recuperarán. Esto ya se nota en las ventas externas de la industria que tienen una fuerte dependencia del Brasil, cuya economía ha arrancado con fuerza. Si a esto se le suma alguna mejora en el clima, que favorezca al sector agropecuario, podremos ver un importante crecimiento de las exportaciones.
¿Cómo evolucionará el mundo? Es difícil que la reactivación internacional tenga una recaída en 2010. Sin embargo, puede que se modere su ímpetu si los bancos centrales del mundo, en especial la Fed, deciden evitar que se termine de gestar la burbuja que está comenzando a inflarse. Para ello, deberían comenzar a contraer la liquidez (subir las tasas de interés) en tiempo y forma. Esto podría significar alguna merma de los precios de los commodities, respecto a los máximos, pero sostendría el crecimiento económico y la demanda internacional en el tiempo. Otra posibilidad es que la Reserva Federal no desarme la burbuja y suba sus tasas tarde y lentamente. Esto hará que el PBI mundial y los precios de nuestras exportaciones tomen bríos; para terminar en un estallido, dentro de dos o tres años, con costos muy superiores a los de la última crisis. Cuanto más “inflen” los mercados internacionales, mayores serán nuestras exportaciones y la tendencia a la baja del superávit comercial durante 2010. Eso sí, a disfrutar la fiesta y recuerden guardar algunos “sanguchitos”; porque luego habrá que pagar una factura por demás alta.
Autor: Lic. Aldo Abram
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Aldo Abram (19 de Feb de 2010). "Comercio Exterior". [en linea]
Dirección URL: https://www.econlink.com.ar/aldo-abram/comercio-exterior (Consultado el 13 de Mayo de 2021)