Reservas del Banco Central
LA CONFUSIÓN PRESIDENCIAL
"La primera economía del mundo acaba de transferir a su propio gobierno 600 mil millones de dólares. ¿Qué dicen ahora los loros que siempre repiten recetas?" Cristina F. de Kirchner en Berazategui 4/11/10
Empezaremos estas líneas haciendo mención al hecho de que tenemos bien en claro lo que es un discurso de barricada. Conocemos de sobra el estilo de la presidenta de la Nación y también el de su difunto esposo. Sabemos muy bien que para el público que asiste a los actos en los que se reparte algún tipo de beneficio va allí para aplaudir y vitorear. Todo esto es archiconocido no sólo por nosotros, sino también por la inmensa mayoría de quienes nos leen.
Pero no podemos dejar de desmenuzar algunos párrafos de la señora presidenta en su discurso de celebración del cincuentenario de la fundación de Berazategui, provincia de Buenos Aires.
El párrafo con el que comenzamos este comentario encierra unas cuantas falacias, pese a su brevedad. Y ello sin dejar de considerar una vez más el insulto innecesario, insulto que dio motivo a que alguien del público gritara “gorilas”, a lo que la presidenta respondió algo así como que los chimpancés son más simpáticos, aunque los loros también...pero repiten sin saber lo que dicen.
Obviamente la alusión vino a cuento de lo ocurrido a fines del año pasado con respecto al decreto de necesidad y urgencia para el uso de reservas del Banco Central, hecho que todos recordamos y que motivó el ilegal pedido de renuncia del presidente de dicha entidad. Como alusión es impactante por lo ofensiva, pero vacía de contenido se la trasladamos al plano técnico, legal e incluso discursivo.
De movida nomás hay que decir que la Reserva Federal de los EEUU no transfirió 600.000 millones de dólares al gobierno de ese país, sino que anunció un plan para transferir de manera progresiva y a lo largo de varios meses una suma de dinero que podría llegar a alcanzar esa cifra. El objetivo de dicha medida es la compra de bonos del tesoro y títulos de deuda en poder de entidades financieras con el objeto de aumentar la liquidez e intentar favorecer la inversión debido al bajo costo del dinero. Objetivo que se lograría entre otras cosas porque semejante inyección provocaría una baja en el valor de dólar con relación a las demás monedas.
Debemos resumir entonces lo ocurrido entre nosotros, y especialmente los motivos, porque he aquí el quid de la cuestión.
El Poder Ejecutivo dictó un DNU solicitando las reservas del Banco Central por un monto cercano a los 7.000 millones de dólares para hacer frente a pagos de la deuda externa. Tal DNU fue firmado y publicado apenas 3 o 4 días después de finalizar el período ordinario de sesiones del Congreso y sin que la presidenta de la Nación convocara a Sesiones Extraordinarias. Además, el grueso de los vencimientos de la deuda se producirían en el mes de agosto, por lo cual resultaba cuando menos extemporánea la premura.
Todo lo que ocurrió después está muy fresco en la memoria de todos nosotros, pero es interesante destacar por qué motivo la mayoría de los profesionales de la economía se oponían, en términos técnicos(es decir, más allá de la legalidad de un DNU dictado en esas condiciones), a semejante medida.
El argumento básico era que la utilización de reservas disminuye el activo del Banco Central, que es primordial para conservar el valor de la moneda. A su vez, la conservación del valor de la moneda, es una de las razones de ser del Banco Central, según la propia Carta Orgánica.
El argumento esgrimido por el oficialismo, en lo que se refiere exclusivamente al uso de reservas y dejando de lado el resto del aspecto legal, es que el uso de las mismas que hace que la Argentina sirve para cumplir sus compromisos sin tener que endeudarse a tasas elevadas, mientras que si no se utilizan se quedan allí percibiendo un mínimo interés por su colocación.
Hay que decir que el grueso de las reservas del Banco Central provienen de la balanza comercial favorable al país, es decir del hecho de que se exporta más de lo que se importa. Y como los exportadores tienen la obligación de vender las divisas el Banco Central las adquiere. Cómo las adquiere: en un altísimo porcentaje mediante la emisión de moneda. Posteriormente, como tal emisión genera evidentes impulsos inflacionarios, el propio Banco neutraliza el efecto emitiendo títulos de deuda (Lebacs, Nobacs) con los que retira de circulación esos pesos emitidos para comprar las divisas, y comprometiéndose al pago de una tasa de interés que, según las épocas y plazos, puede llegar a superar el 15% en dólares.
En otras palabras, no es que se cancela deuda mediante divisas propias, sino que tales divisas no son propias, sino “prestadas”, y la contraprestación son los títulos de deuda mencionados o los billetes circulantes. Al momento de escribir éstas líneas, el monto de Lebacs en circulación asciende a $ 56.477,12 millones de pesos, y de Nobacs $ 16.256,34 millones. Esto es: alrededor de 18.740 millones de dólares. Los pesos emitidos siempre son pasivo para el Banco Central, cuando se retiran de circulación mediante la emisión de bonos, se convierten en pasivo remunerado.
De principios de este año hasta ahora, el valor de la moneda cayó casi un 25%. Y si consideramos la canasta básica alimentaria, tal pérdida llega al 40% en apenas 10 meses según cálculos que consideramos serios.
Y justamente eso es lo que decían los “loros” que ocurriría. Empezando por el mismísimo Martín Redrado, que se cansó de repetir este concepto. No importa tanto acá si Redrado o cualquiera otro resulte simpático o sincero o mejor o peor técnico o lo que sea. Sí importa decir que el argumento en este caso es irrefutable: si nos quedamos sin el activo que sostiene los pesos, estos pierden su valor. Y el tema del excedente de divisas por sobre el circulante, es un sofisma porque la verdad es que siempre existe una explicación lógica para su existencia. Porque no es posible que Banco Central tenga dólares sin haberlos adquirido.
Ahora bien, el gobierno norteamericano tiene como uno de los objetivos por los cuales decide emitir moneda, justamente la pérdida de valor de la misma, para poder resultar competitivo en el mundo y mejorar su situación económica. Pero el gobierno argentino no tiene ese objetivo, y no lo tenía cuando decidió apropiarse de las reservas y destinarlas al pago de la deuda.
Por lo tanto no se trata de que los economistas repiten como “loros” semejante cosa sin saber lo que dicen, sino que semejante cosa es cierta.
Dejando de lado, insistimos, el tono agresivo e insultador utilizado por la presidenta, lo cierto es que acaba de incurrir en un nuevo sofisma, posiblemente como producto de su ignorancia sobre el tema. Ella no es economista, como no lo era su marido. Y hace apenas unos días la señora dijo públicamente que menos mal que ella y su esposo no habían dejado la economía en manos de los economistas, que es más o menos como decir que menos mal que no dejamos la cirugía en manos de los cirujanos. Hay comentarios que definen por sí solos el grado de seguridad jurídica que puede llegar a existir en la Argentina, entre tantas otras cosas.
La presidenta no muestra su mejor perfil al insultar a quienes no coinciden con su modo de ver, sino que además una profesional del asunto, y por lo tanto puede fallar, como decía Tusam. Y falló. Y confundió aserrín con pan rallado, recordando a un viejo profesor de matemática que teníamos en el secundario.
La economía está definida como una ciencia social, es decir que no es considerada una ciencia exacta. Y por lo tanto está sujeta al imponderable comportamiento humano. Cualquier pronóstico puede resultar equivocado si en el medio ocurre un atentado como el de las Torres Gemelas, por citar un ejemplo. Pero hay algo en lo que seguramente jamás fallará: la inflación es un fenómeno monetario, solamente existe cuando existe moneda de cambio. Es imposible que haya inflación en una economía de trueque. El manejo del valor de la moneda es siempre responsabilidad del poder político, porque es quien tiene el monopolio de la emisión. Y por lo tanto si en la Argentina tenemos inflación es por culpa del manejo monetario, en el que tiene gran injerencia el Banco Central de la República Argentina, sea quien fuere su presidente.
Nos quedamos entonces con una explicación que no es tal: los economistas no sirven para nada y repiten como loros. Y con una verdad de Perogrullo: la moneda se desvaloriza cuando se la emite sin respaldo. Acá y en los EEUU. La diferencia es que ellos la emiten con ese fin. Y nosotros no.
HÉCTOR BLAS TRILLO Buenos Aires, 5 de noviembre de 2010
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Héctor Trillo (05 de Nov de 2010). "Reservas del Banco Central ". [en linea]
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