ECONOMIA INFORMAL - TRABAJO DECENTE - POBREZA
Así como lo propone la OIT, la forma más consistente de analizar la situación de quienes se encuentran en la economía informal es en términos de déficit de trabajo decente. Los trabajos en malas condiciones, improductivos y no remunerados que no están reconocidos o protegidos por la ley, la ausencia de derechos en el trabajo, la inadecuada protección social y la falta de representación y de voz se producen más en la economía informal, especialmente en el extremo inferior constituido por las mujeres y los trabajadores jóvenes.
El trabajo decente resume las aspiraciones de los individuos en lo que concierne a sus vidas laborales, e implica oportunidades de obtener un trabajo productivo con una remuneración justa, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, mejores perspectivas para el desarrollo personal y la integración social, libertad para que los individuos manifiesten sus preocupaciones, se organicen y participen en la toma de aquellas decisiones que afectan a sus vidas, así como la igualdad de oportunidades y de trato para mujeres y hombres.
El trabajo decente debería constituir la esencia de las estrategias globales, nacionales y locales para lograr el progreso económico y social. Es indispensable para los esfuerzos destinados a reducir la pobreza, y como medio para alcanzar un desarrollo equitativo, global y sostenible. En este sentido, la noción de equidad se transforma en un elemento central pues hace referencia a las diversas formas de desigualdad y exclusión que afectan a los grupos humanos en la sociedad.
Promover el trabajo decente incluye el eliminar los aspectos negativos de la informalidad, asegurando al mismo tiempo oportunidades de sobrevivencia y emprendedurismo, promoviendo la protección e incorporación de trabajadores y unidades económicas de la economía informal dentro de la economía formal.
Si bien existe una relación directa entre trabajo informal y pobreza es innegable que el porcentaje de pobres que trabajan dentro de la economía informal es mucho más alto que el de los que trabajan en la economía formal, y es aun más notorio que la proporción de mujeres pobres que trabajan en la economía informal es superior a la de los hombres pobres. La pobreza es un fenómeno complejo, multidimensional y heterogéneo lo que explica que para su definición y abordaje se hayan desarrollado múltiples enfoques los que, además, se han ido profundizando y articulando en la medida del avance acumulativo.
Una síntesis de estos enfoques conduce a la actual consideración de la pobreza como un estado de carencia que impide a las personas alcanzar niveles socialmente aceptables. Estas carencias refieren a bienes materiales y simbólicos, lo que dificulta el desarrollo de capacidades básicas indispensables para elegir formas de vida y proyectos personales y familiares satisfactorios.
Por ello, la subutilización de la fuerza de trabajo, por desempleo o por empleo en actividades de baja productividad (fundamentalmente sector informal) es una de las causales prioritarias de la pobreza. Por ende, el logro de una inserción laboral digna y para todos es un factor fundamental para combatirla.
Por lo tanto, para promover el trabajo decente y colaborar en la reducción de la pobreza es necesario abordar las causas profundas de la actividad informal y de la informalización. Las medidas para ampliar los derechos laborales, mejorar la protección social, invertir en los conocimientos y las capacidades de los trabajadores o proporcionar a los microempresarios acceso a créditos y servicios de apoyo, así como la eliminación de obstáculos jurídicos e institucionales que limitan la integración de los empresarios o los trabajadores a la economía formal, son fundamentales para tratar las manifestaciones de la actividad informal. Sin considerar el abordaje de estas condicionantes difícilmente habrá algún avance sostenible hacia el trabajo reconocido, protegido y decente.
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