El Crecimiento de las Exportaciones de Soja y sus Consecuencias Económicas y Ambientales
El presente proyecto de investigación pretende abordar algunas de las consecuencias del crecimiento de las exportaciones de soja en la Argentina desde los años `90 hasta la actualidad. El mismo parte de una descripción de la evolución de la producción de soja, influida por las políticas implementadas desde los `90, que favorecieron a la expansión de las exportaciones agropecuarias, especialmente las de soja, y pretende indagar en la siguiente problemática: ¿cuáles son las consecuencias del crecimiento de las exportaciones de soja en la Argentina desde los `90 hasta la actualidad?
Esta problemática resulta relevante porque dependiendo de la visión y las ideas que se tengan, se visualizarán consecuencias en algunos casos opuestas sobre la expansión sojera. A su vez, esta cuestión está estrechamente relacionada con el debate actual acerca de la factibilidad de la vuelta de un nuevo “modelo agroexportador”. Algunos tienen una visión del corto plazo: contemplan las altas ganancias, la elevada producción, el aumento progresivo de las exportaciones, la tecnología que promueve considerables mejoras, etc. Por otro lado, se encuentran quienes tienen una visión de largo plazo y son los que visualizan la generación de megaexcedentes por parte del campo, los efectos sobre el medio ambiente, los problemas de regulación del Estado, etc.
De esta forma, el objetivo de la investigación consiste en analizar las consecuencias de la expansión de la producción y exportación de soja, teniendo en cuenta dos dimensiones: la económica y la ambiental.
La hipótesis de este trabajo es que las consecuencias del crecimiento extraordinario de la producción y exportación de soja en Argentina presentan aspectos positivos, teniendo en cuenta la dimensión meramente económica, y negativos, contemplando la dimensión ambiental, tomando como referencia el período que abarca desde los años ’90 hasta la actualidad.
La teoría de David Ricardo. El comercio internacional
Es importante en esta investigación, para comprender el tema en cuestión, tratar de pensarlo en relación con alguna teoría económica. En este caso, se ha seleccionado la teoría del pensador David Ricardo (1817), quien ha dejado en claro su postura en relación al comercio internacional: se encuentra a favor de la libre competencia, tanto dentro de un país como así también entre distintos países.
Para este autor, en condiciones de libre competencia, se establecerá una división internacional del trabajo, según la cual cada país se especializará en producir aquellos bienes en los que posee ventajas comparativas. En relación a ello, es preciso hacer referencia a la teoría de las ventajas comparativas de este pensador, que explica los beneficios que obtienen todos los países que participan en el comercio internacional. Según esta teoría, en unas condiciones técnicas dadas, el producto total que se obtiene de la especialización y el cambio, en lugar de la autarquía y el aislamiento económico, se maximizará si cada país o región se especializa en la producción de aquellos bienes o servicios en los que su costo comparativo sea relativamente menor.
Para explicar su teoría, el autor se basa en un modelo simplificado que supone el comercio entre dos países, que intercambian tan sólo dos bienes. De esta forma, establece en su obra que teniendo en cuenta por ejemplo que Inglaterra requiere el trabajo de 100 hombres durante un año para producir paños y el trabajo de 120, para producir vino en el mismo tiempo, la situación de Portugal es la siguiente en comparación con la producción de Inglaterra:
“Portugal probablemente pueda producir su vino mediante el trabajo de 80 hombres durante un año, mientras que para la producción del paño requiere el trabajo de 90 hombrees durante el mismo tiempo. Resulta, en consecuencia, ventajoso para Portugal exportar vino a cambio de paños. Este intercambio puede efectuarse aun cuando la mercancía importada se pueda producir en Portugal mediante una cantidad menor de mano de obra que en Inglaterra. (…) seria más provechoso para Portugal emplear su capital en la producción de vino, mediante el cual obtendría una cantidad mayor de paños procedentes de Inglaterra, que el que podría producir invirtiendo en la manufactura de paños una parte del capital que ahora dedica a la producción de vino.” (Ricardo, 1817: 103).
En esta teoría no sólo se expresa que la especialización a la que lleva el libre comercio hará que cada país se especialice en la producción de aquellos bienes en que relativamente posee ventajas comparativas, sino que también se establece que se estarán produciendo beneficios netos para todos. En palabras del pensador:
“En un sistema de intercambio perfectamente libre, cada país dedicará lógicamente su capital y su trabajo a aquellas producciones que son más beneficiosas para él. Pero este propósito de percibir la ventaja individual está admirablemente unido a la conveniencia general del conjunto (…) Es éste el principio que determina que el vino se elabore en Francia y Portugal, el trigo se cultive en América y Polonia y otras mercancías se fabriquen en Inglaterra”. (Ricardo, 1817: 102).
Relacionando ahora esta teoría con la historia económica argentina y tomando las ideas que Aldo Ferrer (2004) establece en su obra, puede decirse en primer lugar, que en el período 1880-1930, la Argentina se insertó al mercado mundial de forma tal que las exportaciones agropecuarias constituyeron la actividad dinámica del período. Así, según indica el autor, se estableció una división internacional del trabajo en la cual Argentina se especializó en la producción de productos primarios (exportaba éstos e importaba productos manufacturados).
Pero ¿era conveniente esa especialización de la Argentina en productos primarios? Para ese período puede decirse que sí. Siguiendo a Ferrer (2004) las grandes extensiones de tierras fértiles y escasamente pobladas de la pampa húmeda, la entrada de capitales extranjeros y las mejoras en transporte y comunicaciones que poco a poco iban teniendo lugar, son algunos de los condicionantes que hacían casi impensables otras alternativas, y que permitieron un período de prosperidad económica.
Actualmente, se vive un contexto en el que la producción y la exportación de soja presentan una gran preponderancia. Ello se debe, en parte, a las políticas implementadas en los años ´90. Como indica Ferrer (2004) se trató de una etapa en la que se profundizó la desregulación estatal y la apertura económica, y en la que la industria se vio desprotegida.
Seguramente sería imprescindible para la economía del país, especializarse en una actividad como la producción de soja, que presenta una gran rentabilidad y posibilidad de expansión del área sembrada, mediante la deforestación, por ejemplo (en el gráfico 1 del anexo se puede apreciar la evolución del área sembrada del `97 al `07). pero ello no quiere decir que especializarse en esta actividad, genere beneficios también a largo plazo y en todos los ámbitos posibles (social, ambiental, etc.)
Gráfico 1: Evolución de la producción y Rendimiento de Soja - Campañas 1997/98 a 2006/2007
En relación a lo expuesto, es necesario mencionar que Ricardo (1817), en su análisis de la especialización y determinación de las ventajas, no tuvo en cuenta otras dimensiones distintas a la económica, como la social y ambiental.
La expansión de la producción de soja desde una perspectiva económica
Resulta interesante hacer una breve referencia al debate que los autores Fritzche y Kohan (2004) expresan en su texto sobre el proceso de globalización. Teniendo en cuenta que “globalización” no posee una definición compartida y aceptada universalmente, los autores toman las ideas y concepciones de diversos autores, uno de ellos es Hirsch (1997) y refiere que teniendo en cuenta las diferentes esferas, habrán varios niveles de significados de este proceso de globalización. De esta forma este autor afirma:
“Si tomamos la esfera económica, la globalización consiste en la integración a un mercado mundial en el que se pretende incorporar un producto determinado y lograr que su demanda aumente para obtener beneficios. Si la demanda de tal producto va en aumento, lo lógico sería aumentar su producción (expandirla) lo más posible para aumentar así las exportaciones.” (Hirsch: 1997; citado en Fritzche y Kohan: 2004,26).
Estas ideas de Hirsch (1997) permiten comprender claramente la expansión de la producción de soja. Se trata de un sector que, por los enormes beneficios que se obtienen, resulta conveniente (para ciertos actores) seguir expandiendo la producción. De esta manera, hay una enorme rentabilidad de la producción soja (también conocida como “oro verde”) por su fabuloso rendimiento. Con un mercado en alza y con China que demanda más y más (es decir aumentan las exportaciones), podría pensarse que hay una tentación irresistible por parte de los empresarios de seguir invirtiendo en este sector.
Ocurre que la producción de soja es una fuente importante de divisas. Ello puede evidenciarse luego de la crisis de 2001, cuando los elevadísimos precios internacionales de estos cultivos inyectaron dinero fresco al mercado argentino. Ese dinero le dejó al Estado regalías nunca antes generadas por otra actividad económica, tanto que el Banco Central llegó a tener las mayores reservas de su historia, a pesar de haber destinado fondos para pagar la deuda externa. De esta forma, grandes sumas de dinero fueron esparcidas en forma de ayuda social y emprendimientos de construcción, que bajaron las tasas de desocupación rápidamente y evitaron un desenlace de estallido y caos social que parecían inevitables.
Por otro lado, los empresarios sojeros fueron los nuevos ricos y su único objetivo consistía en maximizar sus beneficios.
Desarrollo sostenible
El hecho de que los grandes empresarios sólo visualicen el corto plazo y piensen en obtener así, extraordinarias ganancias, ello lleva a que los agentes cosechen tan rápido y tanto como puedan que el recurso en cuestión termina siendo sobreutilizado. Ocurre que muchas veces no se realiza una previa valuación de los beneficios indirectos del recurso forestal, con lo cual no se toma conciencia de la ventaja de su aprovechamiento sustentable. Dado que comúnmente prevalecen visiones cortoplacistas, raramente se considera este proceso y sus consecuencias a la hora de tomar decisiones y llevarlas a la práctica.
El manejo forestal sustentable, teóricamente es aquel que asegura una producción de bienes y servicios a perpetuidad, pero ocasionando la mínima alteración de los ecosistemas (definición publicada por la secretaría de recursos naturales y Desarrollo Sustentable). Pero en la práctica, ocurre que se tienen en mente los beneficios meramente económicos y se pierden de vista las consecuencias ambientales: todas ellas negativas, pues es imposible pensar aquí, en aspectos que resulten beneficiosos frente al proceso de deforestación, por ejemplo, que se lleva a cabo para expandir el área sembrada de la soja.
Como afirma el investigador Reboratti (1996), el término “manejo sostenible” de los recursos naturales renovables establecen una confusión entre la teoría y la práctica, porque
“el manejo de una situación específica debería ser la aplicación de una serie de prácticas basadas en el concepto de desarrollo sostenible (…). No se trata de un ‘manejo sostenible de recursos’ sino de un ‘manejo de recursos para el desarrollo sostenible’”. (Reboratti: 1996, 5).
Lo correcto entonces, sería hacer referencia al desarrollo sostenible, que abarca todos los sectores o facetas del desarrollo, ya que
“un proceso de desarrollo es un sistema donde se incluyen variables naturales, sociales, económicas y políticas actuando en forma interrelacionada y en un sistema de causalidad múltiple y circular.” (Reboratti: 1996, 9).
Estas ideas de Reboratti (1996) sugieren, entonces, que no hay que perder de vista las consecuencias ambientales cuando se pone en juego el manejo de cierto recurso natural. Las diversas políticas que se aplican deberían considerar las diferentes variables y no tan sólo la económica, para que sea posible un desarrollo sostenible a largo plazo.
Evolución de la producción y exportación de soja
Análisis de algunos datos en relación a la dimensión económica
Según establece un informe de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAPYA), el cultivo de soja tuvo un significativo desarrollo en la Argentina a partir de 1970. De esta forma, en el cuadro 1 se resumen, para algunos períodos, la evolución de las variables productivas más características de la actividad.
Cuadro 1: Evolución de variables productivas del cultivo a nivel nacional
Períodos | Superficie sembrada | Rendimiento | producción |
70/1-72/3 | 95,65 | 1.500 | 136,33 |
80/1-82/3 | 2.100,00 | 1.950 | 3.973,30 |
90/1-92/3 | 5.088,67 | 2.263 | 11.031,30 |
2000/01 | 10.300,00 | 2.530 | 25.500,00 |
2001/02 | 11.610,90 | 2.630 | 29.955,30 |
Fuente: SAGPyA, Julio 2002
Surge del cuadro un muy importante crecimiento de la producción: según esta fuente, la producción entre la década del ’70 y ’80 crece veintiocho veces a partir de un bajo valor inicial. Entre la década del ’80 y ’90 lo hace un 178% y desde comienzos del ’90 hasta el 2000/01 en 131%. Asimismo, según la campaña finalizada en 2001/02, la producción de la oleaginosa se incrementó en 17,5% respecto al ya alto valor del Ciclo anterior.
Al analizar la SAPYA, los factores de este alto crecimiento en la producción, surge que los cambios en la superficie sembrada entre períodos fueron sucesivamente de: 2095%, 142%, 102% y 13%. A su vez, la variación entre Ciclos en el rendimiento fue: 30%, 16%, 12% y 4%.
En este trabajo interesa describir el proceso de sojización desde los ’90, década en la que se desarrolló un eficiente complejo agroindustrial oleaginoso, pues como indica el investigador Aldo Ferrer, en estos años comienza una etapa de profunda desregulación estatal, apertura económica, privatizaciones, endeudamiento y una tendencia creciente a la valorización financiera Este escenario, puede afirmarse, permitió a la Argentina ser en la actualidad el primer exportador mundial de aceite y de harina de soja. (En el cuadro 2 del anexo se sintetizan estos datos)
Gráfico 1: Evolución de la Superficie Cosechada y Sembrada
Ubicación de Argentina en el ranking mundial de exportación
Producto | Posición en el ranking mundial |
Soja | 3º |
Harina de soja | 1º |
Aceite de soja | 1º |
Harina de girasol | 1º |
Aceite de girasol | 1º |
Maíz | 2º |
Carne bovina | 3º |
Leche en polvo | 7º |
Jugo concentrado de limón | 1º |
Limones y limas | 3º |
Peras | 1º |
Miel | 2º |
Papas congeladas | 7º |
Lana grasienta | 5º |
Fuente: elaboración propia en base a datos del USDA y FAO.
Fuente: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos
En un informe más reciente de la SAPYA, se establece que el volumen recolectado de soja en la campaña agrícola 2006/07, totalizó un valor cercano a 47.500.000 toneladas, y, tal como lo indica el gráfico 2, es el valor más alto alcanzado en toda la historia de las exportaciones de soja. Según esta fuente, este incremento en el volumen de producción, está explicado en parte, por un aumento operado en la superficie sembrada del 4,9%, además del incremento del rendimiento de la soja (en el cuadro 3 del anexo se muestra la evolución de la producción, del área sembrada y del rendimiento de la soja) ello se suman otros factores: los avances tecnológicos, el bajo costo de producción, los buenos precios y por ende la mejor rentabilidad. Todo esto ha permitido aumentar considerablemente la producción de soja (si bien la producción varía en cada provincia, tal como indica el gráfico 3 del anexo) y además ubicar al cultivo de la soja en una posición importante de las exportaciones argentinas.
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Fuente: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos.
Gráfico 3: producción de Soja por Provincia - Campaña 2006/2007
Por otro lado, el informe de la SAPYA también establece que la demanda de soja en el mundo ha aumentado (especialmente en China) y parece ser una tendencia muy lejos de modificarse.
Ante este escenario favorable a la producción y exportación de soja, y centrándose en la dimensión económica, parece ser conveniente continuar expandiendo su producción y obtener así más beneficios económicos a través de las exportaciones. Esta es la lógica que refiere Hirsch (1997) en su trabajo al hacer referencia a la globalización desde una perspectiva económica. Pero como se verá a continuación, las consecuencias de la expansión sojera no siempre son favorables teniendo en cuenta otras dimensiones distintas a la económica.
La expansión sojera en relación a las consecuencias ambientales
Si bien la producción de soja es uno de los sectores que mayor rentabilidad presenta, es importante atender a las consecuencias ambientales que este proceso de producción genera. Respecto a ello, es interesante hacer referencia a las ideas que la licenciada Marcela Valente desarrolla en su artículo electrónico (se adjunta al final) en el que considera a la soja como un “infierno rentable” por las consecuencias ambiéntales negativas que trae. En el artículo se expresan comentarios de distintos especialistas, como el siguiente, que pertenece a un miembro de la Fundación Proteger:
“El modelo de la soja se considera de ‘boom y colapso’ como sucede con la pesca, la minería o la explotación intensiva de la madera. Se presiona un ecosistema por encima de su capacidad de carga para obtener una gran rentabilidad asegurada, ¿quién va a querer producir trigo o leche? El modelo de la soja hace agua por el impacto social, ambiental, sanitario y económico en el mediano y largo plazo. Destruye la agricultura familiar y empuja a los trabajadores rurales a las ciudades”.
Según datos de Greenpeace Argentina, en los últimos nueve años se perdieron 2,5 millones de hectáreas de bosques nativos, sobre todo en el norte del país, y esto en gran medida se debe a la deforestación para sembrar soja. No sólo la deforestación y la puesta en peligro de diferentes especies son un problema alarmante, sino que el uso descontrolado de insumos químicos también lo son. Un ejemplo de ello son las denuncias motorizadas por el llamado Grupo de Reflexión Rural, otra organización ambientalista, y señalan que la fumigación sin control causa alergias, intoxicaciones, malformaciones, aborto espontáneo y cáncer. Según esta organización, desde la década del 70, cuando comenzó a cultivarse soja, el suelo perdió 11,3 millones de toneladas de nitrógeno (ya descontada la reposición natural), 2,5 millones de toneladas de fósforo, y valores muy altos de otros nutrientes.
De esta forma, si bien a través de las exportaciones de soja se logra una fuente importante de recursos, algunos notan en ello no sólo un problema ambiental sino también social. Un analista agropecuario, expresa sus ideas en el artículo de la licenciada Valente, y enfatiza que:
“Hay una prosperidad puntual en algunas ciudades por los buenos precios. Pequeños chacareros arriendan su tierra y obtienen más dinero de lo que vieron en su vida. Pero esa bonanza no es desarrollo. Un país no puede depender exclusivamente de los precios de un producto, tiene que apuntar a todos los alimentos, como está haciendo Brasil”.
Haciendo especial referencia a las ideas de Hirsh (1997) sobre desarrollo sostenible, las cuestiones detalladas en este apartado requieren ser tenidas en cuenta para analizar las consecuencias de la expansión de la soja en nuestro país. Retomando las ideas que Ricardo (1817) expone en su teoría, es cierto que las condiciones del país permiten seguir expandiendo la producción, pero estas ideas se basan en ventajas comparativas, que privilegian y tienen en cuenta los beneficios económicos que ya se han descripto. Pero las consecuencias ambientales, constituyen un elemento fundamental para un desarrollo sostenible a largo plazo, y ello es algo que queda fuera de la teoría de este pensador.
Conclusiones
A lo largo de este trabajo se ha intentado aproximarse a la problemática que considera las consecuencias de la expansión de las exportaciones de soja. Ello se ha abordado no sólo recurriendo a fuentes de información para obtener datos estadísticos confiables y tomando diferentes autores, sino que también han sido tenidas en cuenta dos dimensiones: por un lado la económica, que pareciera tener mayor importancia a la hora de decidir expandir la producción de soja, por ejemplo; por otro lado, se ha considerado la dimensión ambiental que pareciera ser poco considerada en esta cuestión.
Si nos detenemos en la dimensión económica, se distinguen principalmente beneficios relacionados con las extraordinarias ganancias que se obtienen del fabuloso rendimiento de la soja y sus buenos precios en el mercado. Lo lógico sería, siguiendo las ideas de Hirsch (1997), expandir la producción de soja (teniendo en cuenta que su demanda también está en aumento) para incrementar las exportaciones y obtener así los mayores beneficios económicos.
Si en cambio nos centramos en la dimensión ambiental, vimos que hay quienes miran más allá de las extraordinarias ganancias generadas y visualizan un horizonte lleno de problemáticas: el aumento de la deforestación como producto de la expansión exponencial de las hectáreas cultivadas, la tendencia al monocultivo y la utilización descontrolada de fertilizantes, herbicidas y otros químicos que pueden traer consecuencias perjudiciales no sólo para el suelo y plantas autóctonas, sino también para los seres humanos.
Ante esto, puede concluirse que las consecuencias de la expansión de las exportaciones de soja son tales, que se hace insostenible en el largo plazo. Tanto la su producción, como su exportación son limitadas.
Por otro lado, se desprende de la expansión de la producción y exportación de soja (y otros productos agrícolas) un debate sobre el posible retorno a un nuevo “modelo agroexportador”. En un sitio virtual sobre la biodiversidad en América Latina, el ingeniero agrónomo Alberto J. Lapolla (cuyo informe se anexa al final) expresa que efectivamente estamos en presencia de un retorno al modelo agroexportador:
“Ante una nueva variante -que podemos llamar en el marco de la globalización financiero-norteamericana- del modelo agroexportador ‘Argentina Granero del mundo’, más que en una instalación de un modelo agroindustrial, como suelen llamar algunos... Hoy hemos vuelto al Estado Factoría por decisión de la burguesía colonial nacida en la Argentina y del imperialismo anglo-norteamericano. Hoy nuestro país exporta soja en sus distintas variantes, petróleo crudo, gas natural, electricidad, caramelos y a veces galletitas. También caños sin costura de Techint, único rubro industrial que siguió teniendo protección estatal en el desguace de la nación producido en los ‘90”
Por otro lado, el investigador Juan Fraschina (2008) desarrolla en su ponencia la cuestión relacionada con el crecimiento del sector agropecuario y su influencia en el crecimiento del país (tomando como referencia el período post-convertibilidad). De esta forma, sostiene que la “agrodependencia” del país para su crecimiento es un mito y descarta el discurso que establece que el país crece gracias a las exportaciones agropecuarias. El autor hace hincapié en el crecimiento económico que el país experimenta a partir del año 2002; de esta forma, analiza a qué se debe este crecimiento y sostiene que el único motor de crecimiento a largo plazo es la industria manufacturera, ya que por ejemplo, “lo que permitió que cayera el desempleo fue la industria y no el agro”.
Finalmente, puede decirse que la cuestión parece ser, no tanto si se logra instaurar o no una cultura sojera o un nuevo modelo en base a su producción, sino más bien qué consecuencias trae aquello que se pretende aplicar, más allá de los aparente beneficios inmediatos. Retomando las ideas de David Ricardo (1817) sobre las ventajas comparativas, puede decirse que los datos expresados en este trabajo (incremento del área sembrada, de la producción y exportaciones de soja) se basan en dichas ventajas. Se visualizan así, beneficios sobre todo económicos. Pero la teoría de este pensador no tiene en cuenta otros elementos que son fundamentales para un desarrollo sostenible a largo plazo. Como afirma Reborati (1996) se trata de un sistema que abarca todas las dimensiones del desarrollo: la social, la política, la ambiental y no sólo la dimensión económica.
Bibliografía
Ferrer, A. (2004): La economía argentina desde sus orígenes hasta principios del siglo XXI. FCE. Buenos Aires.
Fritzche y Kohan (2004): Globalización, algunos debates sobre el proceso y el concepto desde América Latina. En Realidad Económica. N° 208. IADE.
Juan Fraschina (CEINLADI, FCE-UBA) - “El mito de la agrodependencia del crecimiento post convertibilidad”. II Jornada de economía Política, 10 y 11 de octubre de 2008, UNGS.
Lapolla, Alberto, “Argentina: sojización: retorno al modelo agroexportador (‘agroindustrial’), latifundio y dependencia”, 03 noviembre, 2005. http://www.biodiversidadla.org/content/view/full/20784 (28 noviembre, 2008)
Reborati, C. (1996): territorio, escala y desarrollo sostenible. Most Program, UNESCO.
Ricardo, D. (1817): Principios de economía Política y Tributación. FCE, Buenos Aires
Valente, Marcela, “soja: ese infierno tan rentable”, 10 julio, 2008. (28 noviembre, 2008)
Autor: Elisa Rodas Vega
Publicado en Enero de 2009
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