Autor: Raúl de Sagastizabal - Abril de 2009
Como comentara en cierta ocasión uno de los fundadores de las instituciones de Bretton Woods, Harry Dexter White, las guerras monetarias son la forma más destructiva de guerra económica. La guerra económica conduce por último a la guerra armada.
El mundo se acerca a su primer “bienio global perdido”, cuyo resultado en términos de crecimiento y desarrollo es devastador, y en término políticos es de final abierto.
Independientemente del resultado de las medidas, en realidad por ahora promesas de las cumbres del G-20, o de cualquier otro “G”, a esta altura parece improbable que en el corto plazo tales medidas puedan moderar los impactos de la crisis en la economía real.
También parece improbable que baste una declaración política para poner coto a una crisis que nadie sabe siquiera cómo evoluciona.